viernes, 12 de marzo de 2010

Tarde, pero siempre joven.

Como siempre, el abuelo dedicó varios minutos a repasar los rostros de sus jóvenes e inteligentes discípulos, como si leyese su mirada del mismo modo que las páginas de los libros que consumía.

Tras un buén rato contemplativo, el anciano esbozó una sonrisa y, recostándose en su mecedora, dejó que la luz que emitía la lumbre de la chimenea crease un aura luminosa al recortar su silueta contra ella. Balanceó su silla hacia atrás e invirtió algo mas de tiempo en encenderse la vieja pipa de madera. Tras darle un par de caladas, acompañadas por aquellos anillos de humo que sus pupilos adoraban, se decidió a hablar:

-Habeis crecido.

Los niños no supieron que contrstar tras aquella afirmación. Es cierto que se sentian mayores, que, al igual que el abuelo, el tiempo que había volado entre ellos en los meses que no se habian visto les había envejecido.
Algunos de ellos, contentos por aquella frase, asintieron. Otros simplemente se miraron estupefactos, y un buén puñado de ellos le dedicaron una sonrisa a su tutor.

Despues, el anciano repplicó con sus dedos sobre los apoyabrazos de la mecedora, suavemente, apenas emitiendo ningun ruido. Pero, como por arte de magia, los niños se volvieron, hechizados, hacia él. Era la señal. Su cuento empezaba.

-Niños... todos, o casi todos, conoceis el cuento de Peter Pan, verdad¿?
Como la mayoria sabeis, Peter Pan era un niño que se mantenia eternamente jóven, en el país fantástico de Nunca Jamás. Allí, las hadas llevaban a los niños que sus padres dejaban abandonados o perdían, tomando así el apodo de "Niños Perdidos". Peter Pan fué el primero de estos niños, y fué, por así decirlo, el padre de todos ellos.
Les enseñó a divertirse y a jugar, a usar su imaginación. Y, ayudado por Campanilla, aprendió a volar con el uso de los pensamientos felices, y una ayuda añadida de polvos de hada. Con el uso de ese magnífico poder, buscó a sus padres, pero al sentirse traicionado por el olvido que estos parecian profesar hacia él, recorrió Londres tratando de buscar una ventana abierta en la que encontrar a otra madre.
Y la encontró: Wendy, la hija mayor de los Darling, se convirtió en madre de Peter y de sus Niños Perdidos, y tras correr aventuras increíbles en el suelo de Nunca Jamas, Wendy volvió a su hogar, en el que, al contrario que su platónico Peter, envejeció y creó una familia.

Lo que pocos, realmente, sabeis, es lo que sentía Peter.
Arrogante, consentido, ambicioso... un niño que jamás creció, que jamás quiso madurar, debido en parte porque su infancia "soñada" le fué arrebatada por el destino. Pan odia a los padres, pues en lo que a los suyos se refiere, el abandono desintencionado de Peter por parte de sus progenitores le conyevó un duro trauma, intensificado por el sentimiento de abandono que profesó en el la visión, años mas tarde, de sus padres criando a otro niño.

Así pués, nuestro cacareador y risueño niño volador, no es sino un alma torturada, que intenta con pesar perpetuar su infancia, dado que, realmente, jamás tendrá, pues fué destruida la tarde en que pasó a ser un Niño Perdido.

La conclusión, queridos niños, es que no debe asustaros ni deprimiros, aunque tampoco alegraros del todo, crecer.
Es tan solo una fase como tantas de la vida, y es realmente inevitable.
Aprovechad ahora que podeis volar, extended vuestras enormes alas de imaginación, y caminad junto a vuestra pequeña campanilla sobre el cielo más azul y estrellado posible.
Pero, cuando veais que vuestra sombra ya no se os escapa, que los besos ya no son simples dedales, y que campanilla ya no brilla tanto... no os aferreis a los recuerdos felices que os hacian volar, pues otros, puede que mas felices aún , os esperan tras las puertas de la vida, de la madurez.

Volar está bién, pero... es mucho mejor vivir. Porque, fuera de Nunca Jamás, la vida es una aventura diferente cada día.

Porque Peter Pan... siempre quiso crecer, pero tuvo miedo. Nunca le dejaron.

Porque, hijos mios... cada vez que os vuelvo a hablar y creceis un poco mas... mis historias crecen también. Y entran en vosotros. Son parte de nosotros.

Y, porque... si alguna vez quereis volver, aunque sea solo de visita, al País de Nunca Jamás... ya os sabeis el camino... ¿o hace falta que os lo recuerde?



...la segunda estrella a la derecha, y todo recto hasta el amanecer.